PEDRO ROVERE

Nuevas tendencias en estética facial


por Dr. Pedro Rovere Médico Dermatólogo

 

ROVERE

En cuestiones de estética, una de las preguntas frecuentes que recibimos en el consultorio es la siguiente: ¿qué puedo hacer para mejorar mi aspecto, algún tratamiento que no se note demasiado pero que quede bien y que note el cambio?. La segunda pregunta es: ¿cuánto tiempo dura lo que me va a hacer? Ante esas dos inquietudes suelo responder con otra primero: ¿qué es lo que más le molesta o lo que quisiera mejorar o cambiar? Una vez planteadas estas cuestiones, comienza la conversación entre el paciente y el médico dermatólogo para arribar a un plan de tratamiento certero.

 


Algunas veces, es muy obvio lo que tenemos que tratar o mejorar. Pero otras veces, no es tan fácil. Para una correcta evaluación inicial debemos aprender a ver el rostro y el cuello en tres dimensiones, y también en cuatro: casi como si fuera una metáfora, nos estamos refiriendo a la “dimensión” temporal.

El paso del tiempo es muy importante en la historia de cada persona y difiere mucho según el caso. Siempre es bueno que el paciente nos traiga alguna fotografía de cuando era más joven para poder visualizar cómo era hace unos años y qué es lo que cambió.

Tratamientos

Un caso frecuente es cuando me piden mejorar la zona de la boca. Si la paciente tiene ascendencia sajona, es posible que sus labios nunca hayan sido muy carnosos, no así si su ascendencia es latina. Siempre es conveniente mejorar los labios y la zona peribucal, recuperando lo que se ha perdido a través de los años pero sin exagerar los rasgos.

Para rejuvenecer o embellecer un rostro es conveniente actuar en varios niveles. Si existieran cambios pigmentarios, poros dilatados, comedones, arrugas finas u opacidad en la piel estamos hablando de alteraciones de la superficie. Para ello, se puede comenzar con un tratamiento cosmiátrico con dermoabrasión, limpieza de cutis, tratamientos despigmentantes o nutritivos y peelings enzimáticos o suaves. También se puede combinar con peelings médicos usando concentraciones más altas de ácido glicólico, retinoico y mandélico, entre otros.

Si existe cierto empobrecimiento en el colágeno, que va disminuyendo naturalmente con el transcurso de los años, se pueden usar técnicas de bioestimulación, como la mesoterapia facial, el Skin Booster (se inyecta en la dermis ácido hialurónico de baja densidad para hidratar y activar la formación de colágeno) o el plasma rico en plaquetas.

Para tratar las arrugas de expresión se puede aplicar toxina botulínica mediante pequeñas punturas en los músculos faciales para relajarlos y refrescar la mirada, eliminar las arrugas del entrecejo y la frente y modelar la forma de las cejas.

En caso de que busquemos corregir surcos muy marcados, ojeras o pérdida de volúmen en los pómulos, mentón y otras áreas, se puede aplicar ácido hialurónico reticulado de alta calidad a distintas densidades para atenuar el surco nasogeniano, delinear los labios o reponer los volúmenes perdidos. También podemos utilizar cánulas para la aplicación del ácido hialurónico a distintas profundidades y rellenar o volumizar en su justa medida.

Los pozos, cicatrices e imperfecciones en la piel, o arrugas marcadas, incluso alrededor de la boca (el llamado “código de barras”) se pueden tratar con una o más sesiones de Láser de CO2 fraccionado para rejuvenecimiento o resurfacing.

En caso de flacidez leve o moderada, conviene realizar unas sesiones de radiofrecuencia multipolar con pulsos magnéticos (VenusFreeze™) en cara y cuello, previo a la aplicación de rellenos con ácido hialurónico o toxina botulínica. Para mejorar la superficie de la piel de forma menos invasiva que un láser de CO2, propongo dos o tres sesiones de radiofrecuencia subablativa (eMatrix™) con el fin de cerrar poros, dar luminosidad y unificar el tono de la piel.

Estas son algunas de las tecnologías con las que disponemos, muchas de ellas mínimamente invasivas, para mejorar la piel, rejuvenecer y mantenerse sin la necesidad de recurrir a una cirugía.

Todo esto debe ser combinado con la utilización de cremas y cosméticos adecuados y fotoprotectores, una buena dieta, actividad física u otras actividades que contribuyan a balancear o disminuir el stress cotidiano.