PEDRO ROVERE

Antiaging: la importancia de la acción temprana y a largo plazo


por Dr. Pedro Rovere, Médico Dermatólogo

 

ROVERE

En dermatología estética, la acción temprana también marca la diferencia. ¿Cómo puede ayudarnos, a largo plazo, la toxina botulínica?

 


Envejecer es inevitable, cierto. Pero igualmente cierto es que hoy tenemos a nuestro alcance técnicas para disminuir, a nivel de la piel, los efectos del paso del tiempo.

Actualmente, está comprobado que la aplicación temprana de dosis regulares y repetidas de Toxina Botulínica Tipo A (BoNTA) ralentiza la aparición de arrugas estáticas ya que, al evitar las contracciones repetidas del músculo, se evita el surgimiento de arrugas a corto y mediano plazo y se disminuyen las mismas a largo plazo.

La aparición de arrugas en el rostro es un fenómeno natural producido por el paso del tiempo y acentuado por la acción del medio ambiente y otros factores secundarios, tales como la fuerza de gravedad o la repetición constante de movimientos causados por la contracción muscular de la expresión facial.

Podemos agrupar las arrugas en dos tipos:
- Estáticas: las que se ven en la cara en reposo.
- Dinámicas: también llamadas líneas de expresión, son producidas por la gesticulación y la expresión de emociones.

El uso de la Toxina Botulínica Tipo A en estética está enfocado en la atenuación de las arrugas causadas por la contracción excesiva de los músculos de la mímica facial.

Los músculos se contraen al recibir un neurotransmisor, la acetilcolina. El efecto de BoNTA es bloquear la acción de la acetilcolina en el músculo y con ello disminuir su contracción en forma controlada y predecible de forma transitoria.

En la piel joven, las arrugas que aparecen con la contracción se recuperan sin dejar señales al relajarse los músculos. A medida que avanza la edad y junto al resto de factores implicados, la impronta de las arrugas es también notable en reposo. A la perdida de grasa subcutánea, la disminución de las fibras de sostén de la dermis, se une la acción gravitatoria, aumento de flacidez y caída de los tejidos blandos del rostro. El propósito de utilizar BoNTA como medio preventivo a la aparición de arrugas es justamente frenar el proceso de algunos de estos factores. La duración del efecto de la toxina es de 4 a 6 meses, dependiendo del área tratada, de la fuerza del músculo, de la edad y del metabolismo del paciente.

A largo plazo, con aplicaciones frecuentes y regulares de toxina botulínica, en lapsos mayores a los 5 años, la presencia de arrugas cutáneas es evidentemente menor en comparación con pacientes que no realizaron el tratamiento. La aplicación de BoNTA ayuda a mantener ciertos rasgos de juventud, como el entrecejo relajado y una adecuada forma y posición de las cejas en relación a la estructura de los párpados. Asimismo, sus resultados son estables y duraderos, brindan una prevención efectiva contra futuros cambios, detienen el desarrollo de arrugas y futuras líneas de expresión e impiden el deterioro de estructuras adyacentes al músculo.

Para lograr mejores resultados, los tratamientos con toxina botulínica se pueden complementar con la aplicación de ácido hialurónico en pequeños y grandes surcos y con una adecuada nutrición e hidratación de la piel.