por Dr. Pedro Rovere, Médico Dermatólogo
Los carcinomas de células basales y de células escamosas son los tipos de cáncer más frecuentes en la piel. Ambos cánceres se detectan principalmente en las partes del cuerpo expuestas al sol, tales como la cabeza y el cuello. Estos carcinomas se relacionan fuertemente con la exposición solar que haya tenido la persona. Cabe destacar que son los primeros años de la vida y hasta los 20 años cuando existe mayor exposición al sol. El diagnóstico se hace tomando una pequeña biopsia de la lesión y realizando un estudio histopatológico por un médico patólogo especializado en la piel o Dermopatólogo.
Los cánceres de células basales y escamosas tienen una probabilidad mucho menor de propagarse a otras partes del cuerpo y de representar una amenaza a la vida en comparación con los melanomas. Aun así, resulta importante encontrarlos y tratarlos a tiempo. Si no son atendidos, pueden crecer más e invadir los tejidos y órganos cercanos, lo que causa cicatrices, deformidad, o incluso pérdida de la función de algunas partes del cuerpo. Algunos de estos cánceres (especialmente cánceres de células escamosas) se pueden propagar si no son tratados, y en algunos casos pueden incluso causar la muerte.
Carcinoma de células basales
Este cáncer no es sólo el tipo de cáncer de piel más común, sino el tipo de cáncer que se presenta con más frecuencia en los humanos. Alrededor de ocho de cada diez casos de cáncer de piel son carcinomas de células basales (también llamados epiteliomas de células basales). Cuando se observan con un microscopio, las células en estos cánceres lucen como células en la capa más inferior de la epidermis, llamada capa de células basales.
Por lo general, estos cánceres surgen en las zonas expuestas al sol, especialmente la cabeza y el cuello. El carcinoma de células basales solía detectarse casi en su totalidad entre las personas de edad mediana o avanzada. En la actualidad se está viendo también en personas más jóvenes, probablemente porque éstas pasan más tiempo expuestas al sol.
Estos cánceres tienden a crecer lentamente. Es muy poco común que el cáncer de células basales se propague a otras partes del cuerpo. No obstante, si un cáncer de células basales se deja sin tratar, puede extenderse a las áreas cercanas y afectar los huesos, así como otros tejidos debajo de la piel.
Si no se extrae completamente, el carcinoma de células basales puede reaparecer (recidivar) en el mismo lugar de la piel. Las personas que han tenido cánceres de piel de células basales también tienen una probabilidad mayor de padecer nuevos cánceres en otros lugares. Hasta la mitad de las personas diagnosticadas con cáncer de células basales padecerán un nuevo cáncer de piel dentro de cinco años.
El tratamiento es la excéresis quirúrgica y, en algunos casos, se puede tratar con criocirugía.
Carcinoma de células escamosas
Alrededor de dos de cada diez casos de cáncer de piel son carcinomas de células escamosas (también llamados epiteliomas de células escamosas). Las células en estos cánceres lucen como versiones anormales de las células escamosas vistas en las capas externas de la piel.
Estos cánceres comúnmente aparecen en las áreas del cuerpo expuestas al sol, tales como la cara, las orejas, los labios y el dorso de las manos. También puede surgir en cicatrices o llagas crónicas de la piel en otras partes del cuerpo. Algunas veces comienzan en las queratosis actínicas (lesiones precancerosas que se presentan de coloración rosada o rojiza y de textura áspera). Con menor frecuencia, se forman en la piel del área genital.
Los cánceres de células escamosas tienen más probabilidad de crecer hacia las capas más profundas de la piel y propagarse a otras partes del cuerpo que los cánceres de células basales, aunque esto sigue siendo poco común.
Estos carcinomas deben atenderse con mayor cuidado, ya que tienen la capacidad de atravesar las capas de la piel y de diseminarse a otros tejidos. En estos casos es necesario realizar estudios diagnósticos con tomografías, más allá de la biopsia de piel.
El tratamiento es la excéresis quirúrgica y, en algunos casos, se indica quimioterapia o radioterapia.
La evolución es variable según la localización y la extensión pero, diagnosticado y tratado a tiempo, en muchos casos se logra la curación.